lunes, 30 de enero de 2012

LA PORNOGRAFÍA ¿Incide en nuestros hábitos sexuales?



(Azul+) Impartiendo una asesoría en materia de VIH, un adolescente señala que está “completamente seguro” de que el riesgo de contraer ese virus se produce sólo si existe la eyaculación dentro de la persona penetrada. Sus dos compañeros de clases asentaron con la cabeza; al preguntarle en qué se basaba para hacer tal afirmación expresó que ha visto varias películas pornográficas en las que los actores no usan condón, incluso hizo énfasis en una cuya protagonista fue penetrada por más de 60 hombres simultáneamente sin el uso de preservativos.
Esa conversación, que me llevó a explicarles el riguroso control que debió haber previo a esa escena y los riesgos que estarían tomando esas personas de contraer alguna infección de transmisión sexual (ITS) me permitió indagar más al respecto. Los muchachos afirmaron que “no sería lógico” que se sometiera a los actores porno a un riesgo tan elevado como ese.
Hace pocos años se descubrió que un actor contrajo el VIH durante un rodaje en Brasil, al examinar las múltiples parejas sexuales que tuvo al cabo de varias semanas sólo en las filmaciones se detectó que, al menos 5 de las chicas, habrían sido infectadas.
El caso es que, si una persona está recién infectada o en el período de ventana (el cual podría durar hasta 6 meses) aún no se detectan los anticuerpos en una prueba sencilla como la Elisa para VIH. Lo mismo sucede si la persona tiene la carga viral indetectable, es decir, por debajo de lo que los reactivos de los laboratorios puedan detectar.

Algunas personas creen que ciertas prácticas de alto riesgo para contraer VIH y otras infecciones de transmisión sexual son inofensivas por el hecho de ser practicadas frecuentemente en las películas para adultos

Cabe entonces preguntarse ¿podría inducir la pornografía a prácticas sexuales riesgosas? A mi juicio sí, podría suceder en personas que se dejan llevar por la simple “lógica” como podría ser el caso de muchos adolescentes.
Hoy día gran parte de la población tiene acceso a la pornografía y si no existe una debida orientación podría traer secuelas como las anteriormente mencionadas.
Tomamos al azar 30 fragmentos o escenas de películas porno heterosexuales, de las cuales sólo seis, (el 20%) usaron condón. De igual número en el  género gay, 22 usaron protección (73%), las restantes 8 fueron de una nueva modalidad o subcategoría llamada bareback, en películas de años muy recientes y cuya portada indicaba que pertenecían a ese segmento.
Esta tendencia está degenerando en nuevos derivados como combinaciones del bareback con fisting (penetración con el puño) o con sadomasoquismo.
Es importante la orientación a los jóvenes y precisar que tanto el semen como el líquido preeyaculatorio, los fluidos vaginales, la sangre y la leche materna pueden ser vehículos para transmitir el VIH, independientemente de lo que se pueda ver en una película o una revista.


Por Johan León Reyes

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